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viernes, 8 de diciembre de 2006

SEIS RASGOS DE ASTERIÓN


LOS SEIS RASGOS ACTUALES DE NUESTROS ASTERIONES


Si te miro de lejos, Asterión te persigue, si te miro de cerca, te está viviendo. Incluso cuando ni te miro, te veo atravesando el trazo que separa tu vida de Asterión, cruzando su espesa y oscura sombra, diluyendo cualquier temor o la más ínfima necesidad que abrigas para poder continuar junto a él.

Si no te miro ni de lejos ni de cerca, mi Asteriona observa a tu Asterión y se entrega a una huída feroz de sí misma para encontrarse con él. En contrapartida y muy perspicazmente se convierte en alfombra de hielo y de fuego, reapareciendo en mí “yo” paralelo y luciéndose del brazo eterno de Asterión.

Con la misma sutileza Asterión y Asteriona nos alejan y nos acercan.
Laberintosos tú y yo, enmarañados en todos y cada uno de los recodos de nuestro eterno y personal laberinto nos buscamos, olfateándonos a su antojo, rechazándonos.
En definitiva nos alejamos ratificando el escabroso deseo de nuestros Asteriones.
Cediendo ante ellos.

Entre todo esto ya somos cinco y tú y Asterión recién lo habéis recordado. Por tu fallo te repite. Por tu error al olvidar…
No haber tenido presente este hecho antes de ahora, te enfurece, y a él se le agrava el enfurecimiento y tanto tiempo de paz provoca de nuevo una batalla, en la cual se me anuncia que esta vez yo seré el enemigo.

Asteriona se prepara, y Asterión se carcajea a gritos entre sombras y dominios, sabiendo de antemano que esta vez si habrá herido gravemente a una de sus víctimas, aprendió Asterión a verme morir un poco cada vez que se siente triunfador junto a Asteriona.

Su alimento, sujeto ahora en la punta de los dedos, divisándome como subordinada desde su único punto de mira, dejándome morir una vez más por su caprichoso enfurecimiento, morir abatida en definitiva por su toxico y narcótico brebaje de inmadurez.
El dolor producido en ti nutriéndolo, proclamándolo vencedor en esta lucha de muerte...

Y se inicia un forcejeo encarnecido, en el que la lucha por ser siempre el primero lo hará emprendedor interminable de nuevas ofensivas con las estratagemas pertinentes y las matanzas suficientes para mantenerlo siempre en el primer lugar.
Asteriona resiste hasta que yo provoco la retirada de esta inútil guerra o hasta que alguien entrando en mí tan despacio alcanza a desalojar mi amargura oponiéndose a tu Asterión, con una estimulante templanza y un ensordecido silencio… Lo ahoga.
Es entonces como este sexto brotó irradiando luz como si de un ángel se tratara. Sigiloso y sin noción de la existencia de esta guerra, caminó hasta la consciencia calmando mi mente, acallando a mi Asteriona, venciéndola pacíficamente, sin aparejos de batalla ni armas de fuego, deshaciendo cualquier signo de cólera que hubiera quedado en mi rostro y eliminando cualquiera de las dudas planteadas cuando creía inexistente eso que se denomina “ternura o humildad”.

Mi Asteriona se rebela, pero este sexto la vence. Me niego y me asombro por lo acontecido, y percibo, que sólo hay lugar para la comprensión con el paso del tiempo. Porque él en mi pasado, también mantuvo conmigo una batalla, la cual ahora descubro que era imaginaria, no jugábamos con las mismas armas, ni siquiera participábamos de ningún juego y eso originó una guerra de heridos y maltrechos, en definitiva, una despiadada guerra en la que las víctimas éramos nosotros mismos . Hoy recuerdo aquel combate, y le pido perdón porque el tiempo después de unos años me ha hecho comprender que ni siquiera un solo motivo debió ocasionarla. Tan sólo se trataba de una carencia de componentes análogos que lograron dispersar nuestro entendimiento.

Ahora Asterión espera, sólo necesita concederte unos segundos para que tú obediente reacciones, y lo muestres generando la lucha con tu propio yo. Porque sabe que tú te envalentonas sobremanera con el quinto rasgo aparecido arrastrando sin compasión cualquier otro a tu paso, y eso es lo que necesita Asterión, eso es lo que necesita Asteriona. Los daños, los engaños, las revelaciones infundadas, todos los miedos juntos en ti, todos los recelos y las dudas agolpadas unas con otras, todas las cobardías y los resentimientos apiñados, todos los pecados, el egoismo tuyo y mío emparejados, toda la incomprensión… Lo agrandan afirmándolo colosal, engañosamente grandioso, mientras tú permites acallar tu verdad vomitando y escupiendo palabras ofensivas y faltas de humanidad a quien jamás quiso nunca hacerte ningún daño. Así Asteriona y Asterión se hacen uno individual y desconocidos con un único e íntimo pensamiento, fraccionados en dos, bifurcados, exclusivos y semejantes. Y tanto él como ella piden nutrientes, y mientras más se les entrega más piden, más se fusionan, más se liberan, más poder adquieren. Y perpetúas tú, él, ella, yo, y prolongamos la adquisición de presas para su manutención, y lo que antes era verdad ahora se convierte en mentiras que entregamos a modo de manjares para su encebamiento. Y te haces su súbdito o me hago yo... Y Asterión pide más, y más, y Asteriona necesita más, interminablemente en nuestras jornadas de derrotas, nos piden más…

Tu jornada primera de derrota, se agranda con una segunda más débil, y una tercera, y luego una cuarta, y Asterión consigue que las jornadas sean ciclos que te deshacen otorgándole con ello el poder que necesita para manipular tu mente. Para excusar tu actitud.

Asterión sabe tremendamente en demasía, que el quinto, el sexto rasgo tuyo o mío también se van a perder si les permites formar parte de nuestra ilusión, tal y como perdimos el primero, el segundo y el tercero y todos los rasgos anteriores y posteriores que aparecieron en nuestras tristes crónicas internas. Celosos acechan con una increíble agudeza. A ti te hacen creer ahora que yo no estoy, que todo ha cambiado, convenciéndote de tu equivocación y haciéndote sentir en paz; a mí, me induce a pensar que tú me respiras sin impedimentos ni empujes que entorpezcan mi pensamiento.
Sin arrepentimientos o con ellos sin un comentario futuro dejando al libre albedrío nuestro juicio, especulamos, pretendiendo olvidar que han traicionado nuestro sentimiento y su paralelo o anterior hallazgo.
Inexistentes. Irreales ahora.

Pero Asterión en su reino no permite otro gobernante. Un solo reino, un solo mandatario, se dice a sí mismo triunfante nombrándose progenitor de su soberanía. Un solo súbdito, un solo prisionero: Tú. Imperativos tú y yo. Monárquicos los Asteriones.

Entonces Asterión astuto continúa agasajando tu autenticidad y engrandeciendo todo aquello que te ha entregado, tu respuesta es entonces su agradecimiento hacia él, engañando de este modo la lucha constante e inexplicable a través de las paredes y caminos del laberinto. De ese ilusorio y redundado laberinto inicial.

Y mientras tú piensas si es mejor así, Asterión se plantea una nueva partida para ti, en la que te hará creer que serás ganador para vencerte luego. Y será entonces cuando Asteriona me haya transferido a otro laberinto en el que tú no estarás. Sólo entonces será cuando leas mis escritos valorando lo que te ofrecí. Sólo entonces el tiempo se abrazará a ti y te dirá impropio, que ahora es tu etapa para recordarme, la misma que yo tuviera para pensar en ti…

Pero eso sólo son fundamentos. Porque campo a través la batalla se finge con un único afán, y parece certero ese dilatado terreno en el que la continuidad de todas sus revueltas amotinadas, lo ofrecen sin pertubación ni trastorno o colorido alguno exponiéndose amplio e ingenuo para nosotros sus dueños. Campo a través, cada riña entre ambos es producto del otro, y cada pregunta reporta hacia el eje del primitivo laberinto de partida. Sin importar quién habla a quién, allí continúan creyendo que avanzaron hasta llegar a un inédito laberinto, sin percibir que siguen estando en el mismo lugar. Y en ese comienzo se crea una nueva fase donde los movimientos desde la trinchera serán extrañamente diferentes de los actuales.

Todo esto me hace especular entre el frutero y mi mero pensamiento, se hace paradójico que en desacuerdo, tanto mi pensamiento más imperioso como mi deliberación más liviana quieran ser notificados y publicados o leídas por tí. A su vez, esto me produce un ligero dilema el cual me ofrece la posibilidad de ahondar un poco más, y excéntricamente tomo una resolución, la cual revelo a continuación:

Asterión es sólo “la excusa”, es el resultado de un capricho que posteriormente contaremos. Porque observo que Asterión no tiene sentido si una vez nos derrotase, nosotros los mantuviésemos en silencio o en el olvido omitiendo cada detalle de esa derrota. Asterión necesita salir a flote y emanar existencia, brotar con rabia y con fuerza, tal vez con tanto miedo como falta de sospecha tengamos nosotros. Necesita que contemos detalladamente cuánto daño nos ha hecho y cuántísimo es el poder del que dispone, incluso contar la causa que haya provocado esa extraña reacción nuestra gracias a él.

Es la excusa sólo nuestra a modo de perdón tras nuestra reacción en un momento dado. Es la falta de madurez y digo madurez cuando considero que madurez es comprender y actuar con conocimiento ante una situación terminante sin ofender al prójimo ni privándole de libertad para comunicar su pensamiento o su acto. Asterión es el berrinche de un niño mal criado y caprichoso y su enfado sin sentido en el cual sólo pretende arriesgar su llanto para dar a conocer el arma que le hará conseguir su evidente objetivo. Me pregunto ahora, el niño no conoce la repercusión de un capricho no recibido, sólo quiere, porque cree que lo necesita. En un adulto, nuestro capricho se puede constatar en no permitir que nadie nos lleve la contraria y esto a la vez tiene sólo una consecuencia y es no madurar jamás. Dejarnos llevar por todos y cada uno de nuestros berrinches o enfados, supone excusar el enfado con la aparición de Asterión por no haber sabido dominar o contener la ignorancia de nuestra inmadurez, excusando nuestra actitud, impidiendo un nuevo aprendizaje.
Después de la lucha, nuestra mente actúa, recapacita, y como un fresco manantial, deja brotar cada matiz de la guerra de Asterión, engañosamente, nos entrega algo que, sin la necesidad de esa batalla, también lo hubiéramos adquirido…
Dentro de cada uno existe un Asterión o una Asteriona. De sabios es dominarlo, o dejarlo vivir a su libre albedrío en nuestro interior, entorpeciendo con ello nuestro desarrollo.

Ahora que está el escrito desplegado, los Asteriones declaran la guerra de nuevo.
Cuando los Asteriones descansan, los dueños comprenden cada transcripción o pensamiento. En el tiempo que andan despiertos, se malogra la comunicación.

Carece de importancia pensar que es Asterión o Asteriona quien habla. Lo verdadero de este escrito, es el riesgo que ocasiona al leerlo. Riesgo que asumo y profano en pro o en contra de mi propia Asteriona. No temo a la burla ni al comentario de quien lo lea. Es lo que pienso y así tal cual lo expongo. No temo a la indiferencia o a la crítica. Es lo que recojo y absorbo entre mi mente; porque así me lo ha expresado uno de los cabos sueltos, uno de tantos que componen este amarre de locura y navegan en una nave que a veces aparenta perder el rumbo, el mismo cabo que ha amarrado al orígen de nuestros Asteriones y vuelve a levar anclas para zarpar.

Donde tú veias inteligencia,
ahora posiblemente veas miedos.
Donde paz, discordia.
Donde confianza, silencio.
Donde calor, frialdad.
Y así la lista podría hacerse interminable…

Todo y cuanto soy ahora mismo, me dice mi Asteriona, es el resultado de tu Asterión.

El tiempo y sólo el tiempo nos dará la razón.




SirenitySevenSea Noviembre2006


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