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miércoles, 22 de noviembre de 2006

Algún tiempo atrás

Algún tiempo atrás, hubiera citado un texto que ahora mismo recuerdo:


"La verdad, cuyo libro es la historia,
Émula del tiempo,
Depósito de las acciones,
Testigo de lo pasado,
Ejemplo y aviso de lo presente,
Advertencia de lo por venir"


Pierr Menard, Autor del Quijote
Ficciones




Creo que de plagiar a alguien sin su correspodiente Ad pedem litterae, también hubiera yo elegido a Borges, pues es un autor distinto. En cada una de sus oraciones, uno debe concederse al menos un momento para que las palabras que formaban al contenido de la linea se adueñen del entendimiento y (si cerráramos los ojos) ellas solas se ordenan en una visualización que nos revela su misterioso significado. En ese momento es cuando agradecemos el don de paladear mentalmente las lecturas y (como diría Miguel Abuelo) "Amar al juglar que entre líneas advierte al Tirano". Continuando con esta imagen del medioevo, te ofreceria con cuerpo de letras el viejo símil que iguala a los Dragones con La Vanidad, con La Envidia, o con El Temor, para que a través de tus pupilas invada a tu reflexión colonizadora, que ya despierta de su timidez, y se prepara a conquistar a frescas generaciones con tu sensual inteligencia, y te diría que una pluma astuta que sobre el papel afila sus aristas es como la espada del valiente caballero que deja Camelot y se dirije al monte a fin de conquistar la cueva y matar al último de las criaturas fantásticas. Pues con el tiempo uno descubre que tanto la tinta como el grafito nos sirven como espada que defiende y protege a nuestra integridad, salvaguardándola de la estoleidez y la mediocridad. Y vale más que todos los parlamentos y artificios.


Probablemente, de pretender que mis escritos poblaran este libro que vos has abierto para el mundo, y que se construye párrafo por párrafo de las pequeñas y grandes voces que a ratos articulan nuestros dos corazones que mueren y resucitan a la distancia , citaría alguna carta o algún poema en prosa que hace ya tiempo escribí para algún amor casi olvidado, especulando con la suerte de que nunca jamás te enteraras del día o la noche que fueron pensados por primera vez. Podría repetir en esta hoja, por ejemplo, el que yo considero el mejor de mis escritos, y al engañarte sería un autoengaño. Y hace algun tiempo me hubiera dado por pensar que aquello podría ser literatura.

Pero la verdad...

Hoy entiendo que las letras más hermosas son las espontáneas. Allí, en esa vocal, en esa sílaba, donde no existe el juego de palabras ni se fuerza a la memoria para que rescate de una añeja mañana o una conmovedora tarde ningún Poema 20... Ni ninguna carta que hayamos dedicado para nadie. La espontaneidad esconde otro detalle que sólo se descubre con su práctica, y aquí cito:

En cada oracion se puede dar por terminado el asunto. Si mi pereza insoportable me obligara a otras ocupaciones más cómodas y menos productivas, yo podría pensar en decorar este manuscrito con algún pensamiento que exprima lo ultimo de mi ingenio, antes que la verdad, cuya madre es la historia, se me escurriera entre los dedos de mi observación.

Pronto a terminar con lo que hace un rato comencé... Repito para la atmósfera cada vez más enrarecida a causa de este revivido sentimiento, las enseñanzas que me van dejando los minutos de escritura. "La verdad siempre es adecuada". ¿Y cuál seria la verdad más atinada, para describir este sentimiento que se recicla inmemoradas veces? Yo creo que la verdad es potencialmente infinita. Y cualquier cosa que ahora escriba, estaría salvada de las detracciones, si fuera que defender la verdad se ha convertido en el hábito de los que mienten y se escudan en la justificación o en la culpabilidad del resto, y renuncian a su deber de combatir y de defender su propia vida.

Algunas veces, vida mía, siento que las manos que guían mi pluma no me pertenecen. Siento que al viajar yo tan lejos, hace años, algún hombre mucho más sabio que yo comparte conmigo mi vida, este hombre tiene la facultad de enceguecerme cuando yo me siento a escribir, y sólo descansa cuando ya hemos terminado. Tiene el afán de querer descubrir cosas que el mundo desconoce, y se molesta si en mis escrituras existen tautologías, reiteraciones... O faltas de ortografía. Ahora yo hablo por él. Este hombre aparece cuando las dos caras se hacen una. Bueno, mejor dicho, eso nunca lo sabré.... Pero es tan hermoso haberme convertido otra vez en él. Este hombre mi amor, te (no... "querer" está mal), te ama tanto como yo, y se enfada conmigo cuando escribo una oración y no te nombro. Tiene tremendos enojos con mi familia, porque reclama soledades para escribirte. Este hombre mi amor, mi vida... mi deseada, tiene facultades que yo nunca en mi vida conoceré en carne propia. Puede convertirse en alguien sabio o en un monstruo, y me da mucho miedo no poder deternelo. Este hombre, a veces es Borges, otras Asterión.

Ahora que se ha calmado un poco, y mi miedo a pronunciar palabras que no sean verdades y que mi corazón resguarda desde hace mucho, Yo digo que la verdad no está hoy en citar a ningún hombre, y mucho menos engañarte con otro escrito que no asile en sus renglones letras que compongan oraciones que compongan parrafos, que compongan reflexiones... Que sean sinceridades. La verdad es para mi, en esta tarde que ha reemplazado el timbre de tu voz con mi escritura, lo enorme que me han hecho sentir cada una de tus palaras amor mío...

Ahora la verdad no reside en ningún texto, en ningún libro.

Decidido a no extenderme más que un último párrafo, te agradezco el lugar que me has cedido en tus días y en tus noches, entre tus cotidianeidades. Entre los platos que se lavan, las camas que se estiran... y los ojos de tus niñas. Aquí estoy, mi amor, mi vida, mi deseada... Y mi único deseo sos vos. Y mis letras espontáneas.


Degüello 22 de Noviembre




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